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ESTADISTICAS DEL PLANETA

martes, 26 de julio de 2011



GUERREROS AGUILA (cuāuhtli, cuauhteuctli -en nahuatl clasico)

de Rolando Vargas, el Martes, 26 de julio de 2011 a las 10:40
 Hubo en esta tierra una Orden de caballeros que profesaban la milicia y hacían voto y promesa de morir en defensa de su patria y de no huir la cara a diez ni a doce que les acometiesen. Los cuales tenían por dios, caudillo y patrón al Sol. Su fiesta se llamaba Nahui Ollin;. Se celebraba dos veces en el año: el 17 de marzo y el 2 de diciembre; las dos veces que en el año cabía el número de ‘cuarto curso o movimiento’ (Nahui Ollin).

Su templo se llamaba Cuacuauhtin Inchan, que quiere decir la casa de las águilas por metáfora, la casa de los hombres valientes.

Hubo siete órdenes de guerreros:
Cuauhtli – Águila
Coatl – Serpiente
Ocelotl – Jaguar
Cuetlachtli – Lobo
Mazatl – Venado
Coyotl – Coyote
Chapullin – Chapulín

PASOS EN LA INICIACIÓN DEL GUERRERO
Todo ser escogido pasaba estos cuatro pasos:
1. Macehualiztli (elección, merecimiento y preparación).
2. Tozoztli (la agonía, vigilia).
3. Xochimiqui (muerte florida).
4. Tlacatia (nacimiento) o Izcaltia (resurrección).
;Intlayac ic mocatzahuani in tletlacolli, aya maquizquia.
Si nadie se hubiera mancillado con el pecado, nadie moriría.

El guerrero debe ser libre, fluido, imprevisible.
No debe tener rutinas.
No debe tener historia.
No debe tener apegos.
Debe perder la importancia personal.
El guerrero debe ser impecable.

El guerrero debe ir al conocimiento como a la guerra: con miedo, pero con determinación.
Nochtin tihuelitih
queh cuauh ti patlanih
patlan Tlalticpac
yahualoa in Cemanahuac
ica tlahuillic atlapaltin
Todos podemos
volar como águilas,
volando sobre la Tierra,
circulando el Universo,
con alas de blanca luz.
Un guerrero puede sufrir daño, pero no ofensa. Para un guerrero no hay nada ofensivo en los actos o palabras de los demás, mientras él mismo esté actuando dentro del ánimo correcto.
Un guerrero debe hacerlo todo como si fuera su última batalla sobre la Tierra.

Un guerrero va al encuentro de sí mismo, dando gracias por todo lo pasado y por lo que en ese momento es; sin pedir nada, pero con la alegría del que va al encuentro de su Padre.

El ánimo de un guerrero no es tan descabellado en el mundo social ni para nadie. Se necesita para salirse de toda clase de tonterías y vanidades.

Pero la lucha, la negación de sí mismo, el sacrificio, debe ser en cada instante.

Constantemente hay que matar el minuto, la hora, el día, el mes, el año, que pasan. Esta es la guerra florida, la guerra contra sí mismo, puesto que el hombre debe florecer y esto lo logra sólo a base de méritos del corazón y trabajo intenso con la energía creadora, sin derramar el vaso sagrado.


El sentimiento de la muerte torna al guerrero dulce y bondadoso, pues para él, ante este fin irremediable, todos los destinos son válidos. Nada nos diferencia de un escarabajo; la muerte nos acecha a todos, como una sombra.
La dulzura y bondad espontánea de los hombres llamados primitivos, es la prueba de su superioridad sobre el hombre civilizado, es decir, envuelto en mil cobardías.

Los actos del guerrero tienen un poder, particularmente cuando quien actúa sabe que son la última batalla en la tierra.
El hombre corriente puede ser comparado con un viajero adormecido, que va, sin apercibirse, de estación en estación; la estación terminal es la muerte y él no habrá tenido placer ninguno en el viaje.

Algunos consideran las cosas como una bendición, otros como una maldición; el guerrero toma todo en la vida como un reto. La vida del guerrero es un reto perpetuo.

Tenemos la responsabilidad de vivir en un Universo misterioso. Estamos, pues, en presencia de una purificación radical.
La sociedad moderna, extraño monopolio de una secta cosmopolita, se distingue de otras sociedades por guardar silencio sobre la muerte. Toda referencia a la muerte está proscrita, y los muertos son escamoteados. Para el guerrero, la muerte es, por el contrario, la única compañía verdadera, la consejera que testimonia todos nuestros actos.

El guerrero debe actuar siempre como un lúcido hombre acosado. El hombre que cree tener todo su tiempo es a menudo el grosero, ávido y libidinoso que el guerrero no debe ser; éste si actúa con el sentimiento de la urgencia, jamás actúa con odio y, ciertamente, rechaza comportarse como un cerdo so pretexto de que la vida le ha de faltar.

Un guerrero no puede quejarse ni lamentar nada. Su vida es un desafío interminable, y no hay modo de que los desafíos sean buenos o malos. Los desafíos son simplemente desafíos.

La confianza de un guerrero no es la confianza del hombre común. El hombre común busca la certeza en los ojos del espectador y llama a eso confianza en sí mismo. El guerrero busca la impecabilidad en sus propios ojos y llama a eso humildad.
Un guerrero toma su suerte, sea la que sea, y la acepta con la máxima humildad. Se acepta con humildad así como es, no como base para lamentarse, sino como base para su lucha y su desafío.

La humildad de un guerrero no es la humildad del mendigo. El guerrero no humilla la cabeza ante nadie, y al mismo tiempo, tampoco permite que nadie humille la cabeza ante él. El mendigo, en cambio, enseguida se arrodilla y se arrastra por los suelos ante cualquiera que considere más encumbrado; pero también exige que alguien aún más inferior haga lo mismo con él.

1 comentario:

  1. Impresionante mis mas profundos respetos con lo que has publicado aqui, ya que eres la unica persona en odo este avido mundo de redes que ha publicado algo verdadero,certero y con una afinidad mutua a los conocimientos antiguos que pocos poseemos,.Ojala existiesen mas intereses en algo tan innato y a la vez necesario como lo que haces tu.

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