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ESTADISTICAS DEL PLANETA

miércoles, 4 de abril de 2012

¿Puede suceder pronto otro «Evento Carrington»?


Una nueva investigación sugiere que las posibilidades de que una tormenta solar con poder destructivo azote la tierra son del 12% en la próxima década


El 2 de septiembre de 1859 se produjo la peor tormenta solar de todos los tiempos. Conocida como «El evento Carrington», por el astrónomo británico que registró lo sucedido, la llamarada causó el colapso de las mayores redes mundiales de telégrafos, en Europa y América del Norte. Como entonces la energía eléctrica apenas se utilizaba, los efectos de la tormenta casi no afectaron a la vida de los ciudadanos, pero las auroras aparecieron en los cielos del Caribe, Roma y Madrid, algo inaudito.




Pero, ¿cuáles son las probabilidades de que algo semejante pueda volver a producirse? De suceder en la actualidad, azotaría de forma devastadora el primer mundo, absolutamente dependiente de las redes de energía y comunicaciones. Predecirlo es casi un juego de videntes, pero la creciente  del Sol obliga a los científicos a mantenerse alerta. El físico espacial Pete Riley, de la Corporación Internacional de Aplicaciones Científicas (SAIC) en San Diego (EE.UU), cree que la probabilidad de que nos azote una llamarada solar perfecta, del mismo nivel que la que llegó en el siglo XIX, es de alrededor del 12% en los próximos diez años. Así lo estima en una investigación publicada en Space Weather.




Riley reconoce que, por su rareza, los eventos extremos del clima espacial, como el «evento Carrington», son difíciles de estudiar. Sus tasas de incidencia son complicadas de estimar y la predicción de un evento futuro es prácticamente imposible. Sin embargo, en su , el científico analiza varias medidas de la severidad de los fenómenos meteorológicos espaciales, como la intensidad de la llamarada, la velocidad de la eyección de la masa coronal, etc., para estimar la probabilidad de que ocurran de eventos extremos. Y obtiene algunas conclusiones.




El físico estima que la probabilidad de que se produzca otro «evento Carrington» durante la próxima década es de un 12%. Claro que admite que este enfoque tiene limitaciones, ya que no considera los efectos del cambio en el clima espacial a largo plazo. «Si bien esta técnica no se puede utilizar para predecir eventos específicos, finalmente puede ser útil para la predicción probabilística», concluye Riley.




Intensa actividad

El ciclo solar (el 23) durante el cual el Sol estuvo inusualmente tranquilo ha terminado. Ahora, el Sol ha entrado en un intenso ciclo de actividad y ya ha comenzado a dar muestras de su genio.Alcanzará su máxima actividad a  de 2013 o a principios de 1014. Aunque no hay motivo para la alarma, los científicos saben que la prevención ante un fenómeno de tanta potencia es fundamental. La dependencia de las sociedades industrializadas de las redes de comunicaciones, la informática y la telefonía móvil no ha dejado de aumentar y, si no se toman las medidas oportunas, una tormenta solar de máxima potencia puede causar importantes daños en nuestra forma de vida. Quizás podamos volver a contemplar auroras sobre España.


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Sobre Evento Carrington


Tormenta solar de 1859

En el año 1859 se produjo una gran fulguración solar. La tormenta solar de 1859 fue la más potente registrada en la historia.A partir del 28 de agosto, se observaron auroras que llegaban al sur hasta el Caribe.2 El pico de intensidad fue el 1 y 2 de septiembre, y provocó el fallo de los  de telégrafo en toda Europa y América del Norte. Parece que este tipo de situaciones sólo se produce cada 500 años aproximadamente, según los estudios de muestras de hielo. Parece que los primeros indicios de este incidente se detectaron a partir del 28 de agosto de 1859 cuando por toda Norte América se vieron auroras boreales. Se vieron intensas cortinas de luz, desde Maine hasta Florida. Incluso en Cuba los capitanes de barco registraron en los  de bitácora la aparición de luces cobrizas cerca del zenit. En aquella época los cables del telégrafo, invento que había empezado a funcionar en 1843 en los Estados Unidos, sufrieron cortes y cortocircuitos que provocaron numerosos incendios, tanto en Europa como en Norteamérica. Se observaron auroras en zonas de baja latitud, como Roma, Madrid, La Habana y las islas Hawai, entre otras.En las Islas Baleares encontramos una referencia en el Diario de Menorca.


Anteayer a hora avanzada de la noche vio una persona fidedigna dos auroras boreales, que si bien eran más diminutas que la que vimos años atrás no dejaron de causar un efecto maravilloso.—J. Hospitaler, 'Diario de Menorca' - Año 2  237 (04/09/1859)Fue la interacción más violenta que nunca se ha registrado entre la actividad solar y la Tierra. La acción del viento solar sobre la Tierra el año 1859 fue, con diferencia, la más intensa de la que se tiene constancia. El día 28 de agosto aparecieron numerosas manchas solares, y entre los días 28 de agosto y 2 de septiembre se declararon numerosas áreas con fulguraciones.El 1 de septiembre el Sol emitió una inmensa llamarada, con un área de fulguración asociada que durante un minuto emitió el doble de energía de la que es habitual. Sólo diecisiete horas y cuarenta minutos después, la eyección llegó a la Tierra con partículas de carga magnética muy intensa. El campo magnético terrestre se deformó completamente y esto permitió la entrada de partículas solares hasta la alta atmósfera, dónde provocaron extensas auroras boreales e interrupciones en las redes de telégrafo, que entonces estaba todavía muy poco desarrollado.


La fulguración de Carrington

A veces, se habla de la fulguración de Carrington debido a que este científico hacía unos bocetos de un grupo de manchas solares el jueves primero de septiembre debido a la dimensión de las regiones oscuras, cuando, a las 11:18, se dio cuenta de un intenso estallido de luz blanca que parecía salir de dos puntos del grupo de manchas. Quiso compartir el espectáculo con alguien pero no había nadie más en el observatorio. Diecisiete horas más tarde una segunda oleada de auroras boreales convirtió la noche en día en toda Norte América hasta Panamá. Algunos ejemplos ilustran la magnitud de este hecho: se podía leer el periódico bajo la luz entre roja y verdosa de las auroras, mientras que los mineros de oro de las Montañas Rocosas se levantaron y merendaron de madrugada, creían que el Sol salía detrás una cortina de nubes.


A la sazón había muy pocos aparatos eléctricos, pero los pocos que había dejaron de funcionar, por ejemplo, los sistemas telegráficos dejaron de funcionar en Europa y Norte América.Si la *tormenta de Carrington no tuvo consecuencias brutales fue debido a que nuestra civilización tecnológica todavía estaba en sus inicios: si se diese hoy los satélites artificiales dejarían de funcionar, las comunicaciones de radio se interrumpirían y los apagones eléctricos tendrían proporciones continentales y los servicios quedarían interrumpidos durante semanas. Según los registros obtenidos de las muestras de hielo una fulguración solar de esta magnitud no se ha producido en los últimos 500 años, aunque se producen tormentas solares relativamente fuertes cada cincuenta años, la última el 13 de noviembre de 1960 (51 años).

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